Lo Nuestro ya es vicio

BUENAS, NOCHES, SEÑOR MONSTRUO

Bueno, este post tiene historia. Lo había publicado hoy por la tarde pero por algún extraño motivo, no sé si habrá sido mi Rufinin, se ha guardado de nuevo como borrador. Lo vuelvo a publicar y cuando resuelva el enigma lo haré público. ¡Qué cosas!...

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL CINE DE TERROR:

• Los espectadores deben creer que lo que se les presenta en la pantalla es real. Lo que obliga no necesariamente a que la reconstrucción escenográfica y la puesta en escena sean creíbles, pero sí al menos verosímiles.
• Al aparecer este género en la época muda, el silencio tiende a exacerbar las vías pictóricas de la obra, sin que por ello se olviden otros aspectos como los puramente oníricos. Con la aparición del sonoro, se incorporará, con la combinación de sonido e imagen, una visión más cotidiana de la realidad.
• En la mayoría de las obras hay una visión subversiva de las costumbres de la sociedad.
• El malvado protagonista de las películas es alguien que de alguna forma suele infringir las leyes de la naturaleza y como consecuencia, de la normalidad; en Frankenstein el monstruo sale de lo normal por su físico y el médico por sus ideas.
• La maldad o monstruosidad son todopoderosas pero en el último momento ha de poder restablecerse el orden.
• Lo imposible ha de surgir de lo imprevisto.
• En el cine, el espectador realiza a través del miedo una función catártica, puesto que a él le gustaría poder hacer lo que hace el malvado.
• El desenlace feliz aniquila los elementos subversivos de la trama.

EL TERROR EN ESPAÑA (O “DE CÓMO PARADA LLEGÓ A LA TELE...” JO JO JOOOO!)

Desde sus tardíos inicios no ha destacado por su calidad (ni por ninguna otra cosa), quizá debido a que el cine español siempre se ha inclinado hacia el realismo, incluso en comedias y parodias como las de Pajares, Esteso u Ozores (Los grandes maestros del cine español. Ñam ñam ñam), cuya estética siempre pasa por lo verosímil.
Si en España no abundan los monstruos es, entre otras cosas, porque no son argumentos que conecten con nuestra sociedad. El propio romanticismo fue tardío y escaso y, salvo alguna leyenda de Bécquer o algún texto de Espronceda, la temática fantástica no acaba de asentarse.
Como dice el historiador de cine John Hoppewell (ni zorra de quién es), nuestro cine se caracteriza por el realismo y la propensión a la extrema violencia. El terror no cala de la misma forma que lo hace el género policíaco o de intriga. De ahí también que cuando en toda Europa se renueven las cinematografías con la nouvelle vague, el free cinema o el neorrealismo, sea precisamente éste el que más cale aquí.
Rastreando el terror en nuestra cinematografía, no hay ningún título del género hasta algún Neville (La torre de los siete jorobados), que de todas formas se inclina más hacia el suspense. Será en los 60 cuando aparezca la primera figura especializada, un autor de segunda fila llamado Jacinto Molina (menudo pintas.El viernes estrenará su última peli Rojo sangre, sale la Bibiana)pero internacionalmente conocido como Paul Naschy (mola más su verdadero nombre). Ex-campeón de España de lucha grecorromana y olímpico en Roma (te cagas...), fue productor, actor y director en títulos como La noche de Valpurgis, El gran amor del conde Drácula, etc. El suyo es un cine tosco, con muy pocos medios, pero no carente del encanto que le da su sencillez y su falta de ambición. De argumentos extraordinariamente explícitos, entiende el cine como un medio de comunicación entretenido, asequible para una gran parte de la población que sólo busca pasar el rato. (bla, bla, bla,bla...)
Estéticamente se detecta una gran influencia de la Hammer, en el color, en el tratamiento de los temas y en la notoria dimensión que cobra el erotismo, aunado siempre con el más allá. Aunque su capacidad dramática roza el cartón-piedra, Naschy tiene un gran instinto como director artesanal. No llegó a crear escuela, pero adquirió cierto prestigio internacional. (es pa verlo,tío, me parto)

Iván Zulueta pertenece a una generación de los 70 interesada por el cine como forma de adquirir una filosofía vital. Fotógrafo, pincha, cortometrajista, etc., su primer largometraje se tituló Uno, dos, tres, al escondite inglés. Se trataba de un repaso a los grupos musicales del momento en el que consiguió romper la monotonía inherente al tema. Su siguiente cinta fue la experimental Arrebato (pe da zo de peli O_O), adscrita al género de terror. Muchos analistas la califican de vanguardia, experimental y de película de culto; Hoppewell dice que es una mezcla del más puro terror clásico con la estética de la cultura pop de los últimos 70 y los primeros 80, donde la música, la experimentación con drogas, la literatura y demás se renovaron profundamente, a veces sin que sus protagonistas lo asumieran. (Ya será menos!)
Arrebato investiga también en el terreno del cine dentro del cine, donde el vampirismo, el tema del doble, el asesinato y que el cine pueda convertirse en protagonista directo de la muerte de alguien, forman el núcleo central de esta extraña película.

Podemos citar también a Garci con sus televisivas Historias del otro lado, donde, con influencia de Poe, trató historias literarias clásicas y contemporáneas con toques de horror pero más orientadas al misterio y con un cariz claramente moderno. Y claro, Amenábar, que según Sánchez(¡Qué jodio el tío! Tiene su morbo y tó, además, me aprobó, ¡qué majo!^^) tiene mucho instinto, pero le falta trabajar los guiones (¿sólo los guiones?).