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21 de Septiembre 2006

Ana y las neuronas suicidas

Ana Obregón, la prueba viviente de que el Actor´s Studio no es infalible y de que, además de actorazos como Marlon Brando, Jack Palance y Montgomery Clift, la venerada e idolatrada institución tienen ovejas negras del tamaño de África en el expediente; el mejor ejemplo de aquello de Lo que natura non da, Salamanca non presta y de como uno puede llegar a los primeros puestos de una promoción universitaria a base de dinero, peloteo y tráfico de influencias... Ana Obregón, esa mujer, esa gran gran mujer, acaba de estrenar serie...

A la Obregón le sale bien el negocio del plagio... es lista, no como Ana Rosa, que copieteó literalmente y claro, ya se sabe como terminó todo aquello... pero Anita es distinta, ella puede plantarte Sonrisas y lágrimas versión pornochacha casposa delante de las narices y tu te lo tragas tan feliz y contento, porque ella es "taaaan maja y taaaan artistaaaa", Ana puede vender como la idea del siglo un híbrido de Sexo en Nueva York, Mujeres desesperadas y Celeste no es un color y las cadenas aplauden como monos, le hacen la ola y hasta el pino-puente. La dueña de la boca por la que han salido frases como "Me gustaría poder ser una mujer florero" o " A los hombres no les gustan las mujeres inteligentes" es un animal especial...

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Primero quiso imitar a Marilyn...

No he podido soportar Ellas y el sexo débil más allá de 10 minutos. El egocentrismo al que ha llegado la Obregón empieza a rozar lo humanamente soportable. Es cada día más prepotente y más soberbia, está más pagada de sí misma que nunca y lo demuestra en cada cosa que hace, porque lo manipula todo para que gire su alrededor hasta que el espectador acaba tan mareado e intoxicado con el aroma a alcanfor que desprende Ana a sus inevitables 50 años que apaga la televisión rezando para que San Juan baje el dedo y acabe con su sufrimiento.

En fin, que ver la nueva serie de la Obregón es un ejercicio de masoquismo infinito al que sólo sus pajilleros más fieles se entregarán con sumisión y deleite, que el espectador normal debe evitar pasar delante de una televisión cada vez que Ana se asome por ella si no quiere arriesgarse a padecer un suicidio masivo de neuronas y que ya es hora de que alguien le cuente a esta señora que resulta ridícula y que es el hazmerreir de media España.

Y lo peor de todo es que mañana cuando consultemos las audiencias constataremos todos que este país sigue necesitando un repaso...

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... y después a Audrey Hepburn...

Escrito por Rufi en Orgasmos mentales (o polleces varias) a las 21 de Septiembre 2006 a las 12:23 AM
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