Continuamos diseccionando a uno de los personajes más populares de la cultura occidental: El Conde Drácula. En la primera parte hablamos del Drácula de carne y hueso, el real, el sanguinario príncipe rumano. En esta segunda parte hace su aparición un escritor escocés llamado Bram Stoker. Enamorado de la literariedad del personaje Stoker convierte la historia en ficción y vampiriza al héroe nacional rumano
La adaptación literaria
Vlad Tepes se convirtió en vampiro gracias al escocés Bram Stoker y a su novela Drácula, publicada en 1897. La de Bram Stoker es una novela de su época. Con esto queremos decir que responde exactamente a los arquetipos literarios de finales del siglo XIX, lo que la convierte en un referente importante en la historia de la literatura, que se lee con gran interés hoy día (lo cual ya es mucho) pero que ha quedado anticuada en el tratamiento de los protagonistas. Los personajes de la novela son tremendamente planos, todos encarnan la bondad absoluta, la pureza, la sabiduría y el valor enfrentados al mal absoluto, Drácula, que no es nada más (y nada menos) que un monstruo sanguinario que pretende dinamitar los cimientos de nuestra sociedad extendiendo un velo de maldad y oscuridad sobre sus víctimas. La bondad y la pureza, por supuesto, se imponen sobre la maldad y el monstruo es destruido. El amor casto y puro del matrimonio cristiano es el arma más poderosa que Jonathan y Mina, los jóvenes protagonistas, tienen para combatir al conde.
Drácula convirtió a Bram Stoker en un literato de fama mundial. En Rumanía, a pesar de todas las atrocidades que realizó en vida, Vlad Tepes es un héroe nacional de la altura de nuestro Cid Campeador; Drácula fue un cristiano ejemplar que mantuvo a raya a los turcos y que garantizó la paz de su pueblo. La conversión de su Voivoda en un sanguinario vampiro es algo que desató las iras de los rumanos hacia Bram Stoker, que pasó a ser un escritor maldito en Rumanía.
Para el ideario cultural occidental, Bram Stoker dio forma a las leyendas de vampiros, unificó mitos y creo uno de los personajes de ficción más interesantes y atractivos: Drácula.
En la novela, Stoker trasladó los dominios del conde de Valaquia a Transilvania (dónde nació) y le convirtió en un vampiro interesado en adquirir propiedades en Londres para extender su terror por la cosmopolita metrópoli y abandonar la podredumbre de los Cárpatos. La historia comienza narrándonos el viaje que el abogado Jonathan Harker hace a Transilvania para relevar a su compañero Renfield, que, inexplicablemente, se ha vuelto loco tras pasar una temporada en los dominios del conde Drácula, uno de los clientes de la firma que representan en Londres. Tras una primera parte de la novela en la que se nos describe lo que le acontece a Harker en el castillo del conde, la acción pasa a desarrollarse en Londres. A partir de este momento, y hasta el final, no volvemos a tener contacto con el conde. Sabemos de sus actos, de lo que sucede como consecuencia de su presencia en Londres, pero es una sombra, como para los protagonistas, que pasa desapercibida. Este es el principal acierto de Stoker, es imposible precisar que es del conde, que hace o dónde está, de esta manera se potencia la idea de que Drácula es todopoderoso y puede actuar a su antojo, y de que los protagonistas son completamente vulnerables. En la novela se establece una oposición entre los personajes femeninos principales, Mina y Lucy, que se acentuó y perfeccionó en la versión cinematográfica de Francis Ford Coppola. Lucy es atacada por el conde, muere y se convierte en una mujer vampiro. Mina, en cambio, consigue sobrevivir gracias al empeño de todos los protagonistas por salvarla, dando muerte al monstruo tras una trepidante persecución por mar y tierra hasta sus dominios. Moraleja: La bondad y la castidad se imponen a la maldad lujuriosa del vampiro.
(La semana que viene la tercera parte: las adaptaciones cinematográficas)
Escrito por Rufi en Minutos culturetas a las 5 de Mayo 2005 a las 06:05 PMLeí el "Drácula" de Stoker este verano y me pareció un libro deslumbrante,imprescindible, y por cierto muy superior a todas las versiones cinematográficas, incluida la de Coppola en la que el vampiro tiene una estética de lo más esperpéntica.
No estoy muy de acuerdo con algunos de las interpretaciones que sobre la novela hacéis. Sobre todo en lo referido a la planitud de los personajes, que si en el caso de los "buenos" está clara (salvo quizá en el caso de Van Helsing que está descrito con tintes sádicos casi a veces) en lo referido al conde no es tan nítida, de hecho el monstruo a pesar de encarnar el mal y la corrupción absolutos tiene matices profundamente humanos que no cuesta nada encontrar, de hecho aparecen casi omnipresentes, y eso mismo es lo que le hace más atractivo... Por cierto, que me impresionó profundamente saber que en una película Harker acaba asumiendo la condición de vampírica. Es algo que se intuye asimismo en el libro pero jamás dicho de manera explícita... Drácula y Harker en realidad vienen a ser como dos caras de la misma moneda.