Album de fotos:
Primero los novios de moda...
Después los invitados más televisivos...
Momento musical: los niños bailongos donostiarras interpretan "And all that Aurrescu"
Momento de crisis: El invitado más impresentable y la novia al borde de la fuga...
Superado el momento de crisis los novios se juran amor eterno al borde de la playa...
Post boda: El día después paseito por la playa de la Concha...
Segundo momento de crisis: algunos invitados a punto de arrojarse al mar en pleno arrebato suicida...
Superado el segundo momento de crisis los invitados emprenden el viaje de vuelta a casa...
Postdata: Creo que todavía no os había presentado al ángel que desde hace un año me alegra la vida...
London Daily Mail 10 de Noviembre de 2004
El oficial sentado junto a su Graciosa Majestad la Reina de Inglaterra y que nos enseña con tanto cachondeo sus partes pudendas (recordemos que, por tradición, bajo la falda escocesa no se lleva ropa interior) es el Coronel Simon West. A la hora de hacerse la foto, al Coronel West no debió darle tiempo a colocarse la falda como al resto de sus compañeros y a juzgar por el gesto de su cara sabía exactamente lo que sucedería en cuanto revelasen la foto...
Lo curioso es que, por mucho que nuestros ojos busquen y que el campo visual aparezca despejado, da la impresión de que el Coronel West no tiene nada que tapar ni que enseñar...
Al día siguiente los ingleses amanecieron con la siguiente fotografía en el correo electrónico. La mano anónima que la puso a circular afirmó que la anterior había sido manipulada por el London Daily Mail por motivos de pudor y que la auténtica era la versión más explícita...
He aquí el dilema ¿Cuál es la foto real y cuál la versión manipulada?
Lo sorprendente del asunto es que no hay quien sepa decir cual de las dos fotografías es la real. Quienquiera que sea el autor del montaje lo ha hecho tan bien que es imposible cazarle. La primera versión del asunto sería que la primera fotografía, aquella que publicó el London Daily Mail es la original, y que algún graciosillo le añadió el apio a la ensalada para darle algo más de sabor. La segunda versión sería que alguien dentro del London Daily Mail con acceso a la foto original tuviese la mala uva y la picaresca de poner en evidencia al periódico y mostrar al mundo la verdadera instantánea.
Y como no hay nadie que pueda decir que versión es la real ¡cada cual que se quede con la que más le guste!
(Por cierto, la información y las fotos se la debemos al escritor David Emery, especialista en folclore y Leyendas Urbanas)
Leyendas Urbanas. ¿Verdad o mentira? Internet es una nueva forma de transmisión de Leyendas Urbanas, casi todas nos llegan por e-mail y detectamos al instante que el pobre niño aquejado de una terrible enfermedad terminal que morirá si no reenviamos 89 veces el correo no existe y que todo es fruto de la imaginación de un graciosillo poco, o nada, original.
Pero... ¿Todas son falsas? ¿Ni una sóla se salva?
Desde Lo nuestro ya es vicio os proponemos un juego. Os mostraremos una serie de fotos relativas a Leyendas Urbanas de las que circulan en Internet. ¿Son reales o ficticias? Pensad bien, analizadlas y después, desplegad el post para descubrir la verdad...
Comenzamos con una Leyenda Urbana textil. La siguiente etiqueta fue protagonista de una gran polémica en EEUU. En teoría, o en la práctica, quien sabe, pertenecía a una conocida firma de ropa norteamericana...
Las últimas frases de la etiqueta, escritas en francés, decían: "Sentimos que nuestro presidente sea idiota, nosotros no le votamos"
Ahora bien... ¿La historia es real o inventada?
Contínua leyendo...
¡Es Real! La etiqueta pertenece a la ropa manufacturada por Tom Bihn, una compañía norteamericana que vende sus productos en EEUU y Canadá (de ahí que la etiqueta esté escrita en inglés y francés)
Por lo visto la frase de la polémica no se refería a George Bush, sino al propio Tom Bihn, el presidente de la compañía, y se trataba de una broma para hacerse el enrollado con empleados y clientes. Bihn pidió disculpas, se dio cuenta de que utilizar en la misma frase "presidente" e "idiota" puede llevar a malentendidos.
Pues ahora que ya sabemos de que va el juego, sólo tenéis que visitar Lo nuestro ya es vicio de vez en cuando para probar vuestra agudeza visual.
(Por cierto, la información y la foto se la debemos al escritor David Emery, especialista en folclore y Leyendas Urbanas)
¿Cómo saber si conduces demasiado rápido?
Gira la cabeza y si en el asiento de atrás te encuentras una estampa similar a esta:
es que conduces demasiado rápido...
San Cucufato ha vuelto a salvarme la vida. La rutina y los quehaceres de la vida moderna me habían hecho olvidar prácticamente por completo al santo con más presencia de mi infancia. Ha vuelto a mi memoria de pez una escena antes habitual en mi casa.
"Luisiiiii! ¿Has visto mis gafas? no las encuentro... ¿Dónde las has puesto?"
Mi madre mascullaba una queja entre dientes, cogía un trapo y ataba un nudo en él mientras susurraba: "San Cucufato, San Cucufato, los cojones yo te ato, si no las encuentro no te los desato"
Mi hermana y yo asistíamos a la ceremonia con una mezcla de asombro y admiración. Aquella letanía, en labios de mi madre, tenía efectos de conjuro mágico. No pasaba ni una hora antes de que encontrásemos el objeto perdido, resucitado de entre los muertos, resurgido de sus cenizas...
Ayer con la casa revuelta, los armarios abiertos de par en par y el contenido de los cajones expuesto sobre las camas, mi padre y yo, buscando como locos el único certificado que podía abrirme las puertas del contrato de mi vida, obcecados en la realidad de los papelujos perdidos y con un pie en la tumba por culpa de la burocracia española, no caimos en la importancia de las viejas y pequeñas tradiciones.
Después de horas de interminable búsqueda, un pequeño rollo de papel asomó en la esquina de un maletero. "¿¡Eso qué es!?, ¡¡¡ay madre cógelo!!!" resultó ser el papel buscado, anhelado y deseado.
"¡Mamá! ¡Lo hemos encontrado!" salté los peldaños de la escalera y me coloqué de un brinco en la cocina. Mi madre, con la serenidad del sabio que se tiene por lo que es, sonrió de medio lado, maquiavélicamente, se agachó junto a la mesa de la cocina y agarró un trapo anudado. Mientras le deshacía los cojones al pobre San Cucufato, sin levantar siquiera la vista del nudo, mi madre, rotunda, sentenciaba: "San Cucufato nunca falla..."